La muerte como atractivo turístico

Funeralromà/ManelRGranell

El concepto dark tourism (turismo de la muerte) fue definido en la década de los noventa, sin embargo, el turismo asociado a la muerte existe desde siempre. Va estrechamente ligado a la atracción que desde tiempo inmemorial el ser humano siente por la muerte. Una atracción tal vez irracional ante un hecho que afecta a todos sin remedio ni solución. Puede tratarse de una cuestión de respeto o morbosa: depende de cada persona.

Las visitas a lugares donde alguien murió o está enterrado se han sucedido a lo largo de los siglos. Las torturas, sacrificios y ejecuciones públicas han sido motivo de espectáculo en muchos momentos; cárceles, campos de batalla, campos de exterminio se han incorporado a una larga lista de lugares el atractivo de los cuales es el sufrimiento y la muerte de personas. El dark tourism es convertir el desastre o la desgracia en mercancía y atractivo turístico.

El turismo de la muerte ofrece un amplio abanico de ejemplos, en función del recurso visitado e incluso del nivel de acción en el que el turista está dispuesto a llegar. En la mayoría de los casos se asocia a un tipo de turismo cultural, etnográfico, ya que la historia y el modo de ser de una sociedad se explica en base a muchas muertes, pero en determinadas situaciones puede llegar a vincularse con el turismo de aventura.

¿Qué motivaciones llevan a visitar lugares asociados a la muerte? Cada persona tendrá las suyas, es obvio. Menciono sólo algunas:

• Comprender la situación política actual, conocer el pasado y sacar lecciones de cara al futuro.
• El romanticismo de quien goza paseando por cementerios o quien imagina en medio de una batalla.
• La demostración de hasta dónde puede llegar la crueldad humana. El visitante normalmente experimenta compasión hacia la víctima y rechazo de la barbarie (holocausto, inquisición, …).
• El horror que acompaña una identidad, como en el caso de los judíos.
• La decadencia moral: pobreza extrema conviviendo con la opulencia.
• La experiencia mística que pueden sentir muchos americanos en la zona cero o los descendientes de esclavos cuando visitan el lugar de donde provenían sus antepasados.
• La experiencia espiritual que afecta de forma transversal independientemente del origen del visitante en imaginar el sufrimiento de otras personas.

Como se ve, el turismo de la muerte lleva asociado un componente moral y ético muy intenso. ¿Dónde está el límite?

El límite lo pone cada individuo, tanto desde la oferta como desde la demanda. Un factor clave para distinguir lo que es aceptable y lo que no, puede ser la distancia cronológica. También la geográfica y la social.

¿Nos afecta igual una explosión de gas que causa un muerto en una ciudad vecina a la nuestra, que la explosión de un coche bomba en un país lejano aún habiendo provocado un centenar? Hagámonos la misma pregunta con accidentes, incendios, terremotos, etc. A mí me viene a la cabeza una reflexión muy sencilla: en la muerte, como en la vida, hay clases.

Para hacer evidente que el valor que damos a la vida (y a la muerte) es lo que nos hace aceptar o no un producto turístico vinculado a la muerte, acabaré poniendo dos ejemplos.

1. – En Estados Unidos se organizan con éxito recreaciones fieles de batallas reales de la Guerra de Secesión, con cientos de figurantes, caballería y armamento que se mueven tal como lo hacían hace 150 años. En Gettysburg 50.000 hombres murieron en el campo de batalla. Hoy se hace una espectacular recreación que aporta al visitante conocimiento de historia y táctica militar. Y genera un gran negocio…

En Catalunya se han creado centros de interpretación de la Batalla del Ebro de la Guerra Civil española. ¿Imaginamos un producto turístico similar? ¿Y en determinadas zonas de España?

2. – En Londres se obtiene un gran rendimiento turístico de la figura de Jack el Destripador. Hay visitas guiadas que recorren las calles del East End y los edificios donde asesinó salvajemente a cuatro mujeres a finales del siglo XIX. Hay que añadir el aura de misterio que ha aportado la literatura y el cine. Un producto turístico de éxito.

¿Nos imaginamos una propuesta similar que recreara el calvario que pasaron las niñas de Alcàsser?

Todo ello nos lleva a afirmar que siempre habrá motivaciones para nuevos turistas y para nuevos productos turísticos en torno a la muerte. Fundamentalmente porque cada uno pone su propio límite de lo que está dispuesto a aceptar.

Joaquim Queralt es presidente de la Asociación de Profesionales de Turismo de la Administración Local de Catalunya (APTALC) y profesor de la Facultad de Turismo y Geografía de la URV

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