La Diablesa (Txema Gavaldà): “Sin los malos, no existirían los buenos”

Txema Gavaldà, abans i després de transformar-se en la Diablesa / ©Rafael Ló—pez-MonnŽé

Fuego, pasodobles, timbales y petardos… El Seguici (Cortejo popular) conduce la fiesta mayor de Santa Tecla hasta su punto culminante, mientras miles de tarraconenses se concentran en las calles de la Parte Alta para no perderse el momento. A la cabeza de la larga comitiva, el Ball de Diables abre paso quemando toda la pólvora del infierno. El éxtasis es total y la Diablesa sonríe satisfecha: los tarraconenses no escatiman excesos cuando rinden honores a la santa patrona. Y al mismo tiempo que desde el cielo las campanas llaman a la virtud, la Diablesa invoca en la tierra todos los vicios de los hombres.

«Un solo mundo y dos fuerzas que se complementan. Sin malos no existirían los buenos«. Txema Gavaldà dice que es de ellos, de los buenos. Casteller, casado, tiene dos hijos y trabaja a turnos en la industria química. Es un tipo responsable, amable y decente. Pero cuando en Tarragona toca fiesta, el más absoluto desorden toma protagonismo en su vida. No come bien, no descansa lo suficiente, no tiene horarios, y aparece su alter ego, la Diablesa, un papel que interpreta con el Ball de Diables desde 1990. Y entonces se vuelve el más malo entre los malos.

Banal, grotesca, lasciva… La consorte de Lucifer saca la lengua, levanta las faldas y persigue al público. «La Diablesa tiene glamour: me seduce, me transforma. De golpe y porrazo dejo de ser una persona tímida y me siento muy cómodo en el papel. Es un personaje muy gamberro que simboliza el descontrol de la fiesta y que permite hacer lo que la gran mayoría ya quisiera pero que no se atreve«, explica Txema.

A pesar del fuego, a pesar del respeto que impone con su persona, con la barba y el cetro real, la Diablesa es también uno de los personajes más queridos por el público. «Las criaturas se me acercan y se hacen fotos. Los jóvenes no han conocido otra Diablesa que yo«, afirma.

El entremés de Sant Miguel y los Diables, que está documentado en Tarragona desde el siglo XV, fue recuperado en 1983. Representa la lucha entre las fuerzas del bien –que encarna el arcángel San Miguel–, y el ejército del mal, formado por veintidós demonios cornudos y capitaneados por Lucifer y la Diablesa, uno de los grupos más populares y queridos del paisaje festivo en Tarragona.

El elemento tradicional, de hecho, es el hilo conductor indiscutible de Santa Tecla, una celebración masiva e identitaria, declarada fiesta patrimonial de interés nacional por la Generalitat. El Seguici (cortejo), que casi que desaparece por agotamiento durante el siglo XX, rebrotó con fuerza en los años ochenta gracias al impulso de la sociedad civil, y hoy disfruta de un éxito creciente y rotundo. Nada que ver con las Santa Tecla que recuerda Txema de los años setenta, cuando el cortejo había quedado reducido a la mínima expresión y la procesión se detenía para dejar paso los coches.

La Diablesa enciende tantas carretillas (cargas de petardos) a cada actuación que nos perderíamos si quisiéramos contarlas. Y es que en parte, Txema está saldando una deuda del pasado. Cuando era pequeño, sus padres regentaban una fonda en la plaza de la Font, en el centro de la ciudad, y cuando llegaba Sant Joan no le dejaban tirar petardos para no asustar a la clientela.

Sus dos hijos y su pareja, que también forman parte del Ball de Diables –y de hecho, hace poco su hijo también hacía de Diablesa en el Ball (baile) infantil– no han sufrido tantas restricciones. Aunque Txema, que seguro que es una de las personas que más trombos ha hecho estallar en Catalunya, ha acabado entendiendo a su padre. «No soporto la masificación de petardos por Sant Joan«, reconoce riendo.

Texto: Oriol Margalef (@OhMargalef en Twitter)
Fotografía: Rafael López-Monné (@lopezmonne en Twitter)

Del 14 al 24 de septiembre se celebra la Fiesta Major de Santa Tecla, en Tarragona. Podéis consultar toda la información necesaria en programa oficial de las fiestas de Santa Tecla 2013

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