Ricard Marrugat, presidente de Castellers de Sant Pere i Sant Pau: “Para hacer castells hay que saber caer”

Ricard Marrugat / ©Rafael Ló—pez-MonnéŽ

Cuando Losada mandó la pelota a las nubes, en el último y decisivo penalti durante la final de la Copa de la UEFA contra el Bayern Leverkusen (1988), Ricard Marrugat, uno de los pocos pericos de Gandesa, lloró sin parar. Volvió a cargarse de ilusión veinte años después con los De la Peña, Tamudo y Luis García, y peregrinó con su equipo a la final de Glasgow. Fue una excursión espartana, sin lugar donde dormir. El Espanyol volvió a perder en los penaltis. Pero Marrugat, presidente de los Castellers de Sant Pere i Sant Pau, no es de los que se rinde fácilmente. Ha aprendido a positivar los fracasos y a evitar, cuando es necesario, que el desánimo se apodere de los compañeros de colla. “Hay que buscar la motivación, pero para hacer castells hay que saber caer”, dice. En todos los sentidos.

Nacida en 1990, la Colla castellera de Sant Pere i Sant Pau no tiene la dimensión de las dos grandes colles de la ciudad, los Xiquets i la Colla Jove, pero en los últimos años ha renovado buena parte de la estructura, sus construcciones van a más y se han fijado el objetivo de situarse en poco tiempo entre las 20 primeras colles del país. Marrugat, que entró en la colla hace pocos años de la mano de su hijo, sabe lo importante que es mantener viva la ilusión de los proyectos. A pesar de la tendencia de los castells a mirar al cielo, considera imprescindible tener al menos un pie bien plantado al suelo, como las vides de garnatxa que cultiva en Gandesa. “Cuando todo va bien y la colla progresa, no hay problema. Pero hay que conocer a las personas y saber cómo hay que hablarles cuando las cosas no han salido. De esta forma los reveses sirven para levantarse de nuevo”, explica.

Junto a los Xiquets del Serrallo, los Xiquets y la Jove, así como otras colles invitadas, las actuaciones de Sant Pere i Sant Pau toman protagonismo este verano en diferentes espacios de la ciudad en el marco del programa Tarragona, Ciutat de Castells. Esta iniciativa tiene el objetivo de dar visibilidad a la actividad castellera local, situar el municipio como referencia en este ámbito y calentar los motores del Concurs en octubre, el Mundial del calendario casteller. Además de exhibiciones, jornadas y talleres, el programa abre las puertas de los ensayos a turistas y curiosos. «Nos interesa divulgar nuestra actividad. Todos salimos ganando«, afirma Marrugat. Sant Pere i Sant Pau lleva el nombre de un barrio de 16.000 habitantes, pero por su dimensión pequeña le resulta complicado salir a captar nuevos y necesarios miembros, la semilla de nuevos castells.

Las construcciones humanas son un fenómeno profundamente arraigado a Tarragona, que ha pasado por varios altos y bajos a lo largo de la historia, i que ha vuelto a florecer con fuerza las últimas décadas coincidiendo con la restauración democrática. Como otras asociaciones nacidas estos años para dinamizar el patrimonio popular en la ciudad, las colles castelleras actúan en más o menos grado como puntos de encuentro entre generaciones y sensibilidades diferentes, personas de origen vario que adoptan un rol determinado en beneficio del trabajo en equipo. Son, por tanto, un instrumento poderoso al servicio de la vertebración social.

La plaza es la razón de ser de los castells. La colla de Sant Pere i Sant Pau realiza cada año entre 20 y 25 salidas, actuaciones que movilizan a unos 120 miembros de la colla. Pero es en los ensayos –dos veces por semana-, especialmente en los que intentan castells importantes, según Marrugat, donde más se percibe la responsabilidad y la implicación emocional de los miembros de la colla. “Cuando probamos cosas importantes, el silencio se apodera del local. No se está actuando para el público, todo el mundo se pone a prueba a sí mismo. Las celebraciones són también más sentidas que en la plaza”, asegura.

Marrugat, director del Institut Terra Alta, ve además en los castells valores asociados al mundo educativo, como la exigencia, la motivación o la evaluación. Es por eso que cada año, alumnos de tercero de ESO de este centro educativo vienen a Tarragona para realizar su trabajo de síntesis. “Hacer castells hace más completas a las personas”, sentencia.

Texto: Oriol Margalef (@OhMargalef en Twitter)
Fotografías: Rafael López-Monné (@lopezmonne en Twitter)

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