Poesía en la ciudad

La Cocotte, punt de trobada

Domingo 10 de febrero. Dan las 10 de la mañana y en el café tienda La Cocotte, en la plaza del Rovellat, hay una expectación inusual a estas horas. Por lo visto, soy uno más del centenar de frikis llegados de todas partes que han confirmado la asistencia al taller que impartirá, durante cerca de cuatro horas, el fotógrafo Álvaro Sanz. Lo primero que pienso: «Esto es poder de convocatoria».

Los congregados, fotógrafos profesionales, avanzados y los iniciales o «nivel cero» –como nos clasifica cariñosamente Álvaro Sanz a los que no pasamos de ser unos meros aficionados– empezamos todos con las mismas prestaciones: un saludable desayuno que nos han preparado en La Cocotte, un lugar dulce, con encanto y muy, pero que muy, recomendable.

Álvaro Sanz presenta la actividad que ha previsto llevar a cabo esta mañana en Tarragona y que antes de Navidades ya probó de forma experimental en Madrid. Se trata de acercar la fotografía a diferentes ciudades para que, de manera conjunta y colaborativa, las personas redescubran y valoren las cosas que a menudo tienen más cerca y que éstas, al mismo tiempo, les sugieran otra mirada.

Álvaro Sanz amb una participant al taller

En cada ciudad, nos recibe un anfitrión de lujo. Y Álvaro, que durante cinco años ha sido la extensión fotográfica de la banda de música Els Pets, inmortalizando sus conciertos y giras, diseñando el vestuario y participando en la edición de videoclips, pidió a su cantante, Lluís Gavaldà, que sea nuestro cicerone por un día y que nos muestre su Tarragona más íntima y personal. La mañana, pues, promete.

Lluís toma la palabra y nos sitúa: «Nos encontramos en la Parte Alta de Tarragona, que no en el casco antiguo». Las cosas, claras. «Quería empezar hablando del sol, porque en Tarragona casi siempre luce el sol, pero hoy estas nubes me han hecho la pascua». Rápidamente encuentra otro hilo. La plaza del Rovellat conecta con la plaza del Fòrum, uno de los espacios más bonitos y auténticos de la ciudad. «Cuando era pequeño –recuerda Lluís– viví en la plaza del Fòrum y una de las manías que tenía cada día al salir de casa era cruzar por debajo de la puerta romana. Pensaba: ¡Qué fuerte! ¡Seguro que hace más de 2.000 años un tío con toga también pasaba por aquí!».

Hemos atravesado la plaza en diagonal como un ejército de japoneses cámara en mano. Y como buenos frikis, necesitamos las dos (de manos) para ir haciendo fotos y twittear vez. Álvaro nos pide que si subimos las fotos a Twitter o Instagram pongamos la etiqueta #poesiaenlaciudad y así lo hacemos. Si hacéis la búsqueda en estos dos canales, encontraréis todas las imágenes de la jornada.

Territori del Bondia

Cruzamos los arcos de la calle Merceria tropezando con los mercaderes del domingo que, agobiados con tanto objetivo, al final nos acaban pidiendo un euro por foto. Subimos las escaleras de la Catedral y nos mezclamos con los grupos de turistas que quieren visitar la sede, esperan para subir al campanario o merodean (más que compran) por las diferentes paradas de antigüedades. En la calle de Les Coques, Lluís nos pide que prestemos especial atención. Quizás veamos “a la vella Montserrat despertant el barri a cops d’escombra tot cantant (…); o al bell mig de la plaça, a la peixatera prenen paciència amb la Consòl, que remuga i regala grans bafarades d’alcohol”. Nos encontramos, por los que aún no hayáis identificado la letra de la canción, en la zona de Tarragona que inspiró el tema Bon dia de los Pets. Un cuadro realista, con nombres y apellidos.

Salimos extramuros por el portal de Sant Antoni y Lluís nos recuerda –y hace valer– las palabras con las que nos ha dado la bienvenida: acaba de salir el sol. «¿Véis? En Tarragona siempre gana el sol, es como si el clima nos estuviera pidiendo salir a hacer el vermut». Pero el lugar que ha escogido el cicerone no es gratuito. Aquí, en el Passeig de Sant Antoni hay dos de los principales elementos que caracterizan a la ciudad: la piedra de la muralla y el Mare Nostrum.

Taller de fotografia al Balcó del Mediterrani

Es hora de ir a tocar ferro (hierro) en el Balcón del Mediterráneo, una de las tradiciones más arraigadas de la ciudad. Avisa Lluís que si tocas el hierro de la barandilla, tendrás suerte y un día volverás a Tarragona. Me han venido a la cabeza unas cuantas monedas tiradas en la Fontana de Trevi, en Roma, a cada viaje que hacía en la capital italiana … Así que, ¡funciona!

Como que ahora sí el sol luce con ganas, Álvaro aprovecha para contarnos algunos secretos sobre cómo utilizar las cámaras cuando hay mucha luz. No sólo es un excelente fotógrafo, sino que también tiene una paciencia infinita con muchos de nosotros.

Álvaro i Lluís per 'Pylon street'

Volvemos a entrar en la Part Alta, ahora por la plaza de la Font, en otros tiempos la espina central del Circo romano de Tarraco. Pero ya empieza a hacerse tarde y vamos al grano. Enfilando la calle Major rompemos por Cavallers para ir a parar a una de las calles más fotogénicas hoy día: la calle de Comte, ahora rebautizada como «Pylon street» por la variedad de pilotes multicolores que hay.

Han pasado casi cuatro horas volando, redescubriendo rincones, detalles, espacios… Nos encontramos en el lugar de origen, en la plaza del Fòrum que –antes no lo he dicho por lo que aprovecho ahora– es zona de vermuts. Hacemos la foto de grupo y Álvaro nos pide un último esfuerzo: saltar para la foto. Pues ¡saltamos!

Foto de grup saltant

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