Los naranjos de Tarragona

Plaça de Sant Joan, a Tarragona / ©Ivan Rodon

En la plaza de Sant Joan, justo antes de la Baixada del Roser, hay una escultura dedicada a Juan Bautista. La concibió el arquitecto Josep Maria Monravà y la ejecutó el cerrajero Antoni Casellas, 1962. Una peana sostiene una cruz de hierro y tres farolas. Cuatro naranjos la rodean.

Parece que Juan Bautista fue un filósofo y agitador social que, en tiempos del emperador Tiberio, se revestía con pieles de animal para denunciar los abusos del poder. Dicen que llevaba una vida austera, y que comía frugalmente. Debía ser un hombre sarcástico porque, cuando le preguntaban: «¿Y tú, quién eres?» Él respondía «Yo soy la voz que clama en el desierto«, haciendo entender que quizás no lo escuchaban suficiente.

El otro día, justo delante de esta escultura, un grupo escuchaba las explicaciones de su guía. Entonces, un turista que se debía haber distraído admirando la fecundidad mediterránea de los naranjos, lo interrumpió para saber si aquellas naranjas eran buenas para comer. El guía, aunque era consciente –como el Santo– que algunos de sus pupilos no le escuchaban con atención, no se quejó, y atendió gentilmente la pregunta: «Estas naranjas son amargas. Sólo son buenas para preparar confitura…«.

Actualmente, las piedras de Tarraco –que compartimos con la humanidad entera–son un buen motivo para trazar el itinerario erudito de los forasteros. Pero hay que estar atentos, porque el turista de hoy quiere algo más: busca olores, colores y sabores diferentes a los de su casa, y quiere saber qué gusto tienen las naranjas de la plaza de Sant Joan, si son más dulces o más agrios que las de Les Coques. El guía debe espabilar a satisfacer el interés de su auditorio y complacer, con explicaciones veraces y estimulantes, el ansia de conocer mundo que ha hecho salir de casa, en el tiempo de vacaciones o de retiro, personas de toda condición.

Quién está, pues, en condiciones de hacer de guía turístico? Quien está suficientemente preparado para informar a los visitantes sobre la historia, el patrimonio natural, cultural y artístico, las costumbres y el folclore de nuestro país? No es fácil: hay que tener cierta titulación (técnico de Empresas Turísticas o de Empresas y Actividades Turísticas, diplomado en Turismo o en Empresas y Actividades Turísticas, grado superior de Información y Comercialización Turísticas o licenciatura universitaria) y haber obtenido el habilitación de guía de turismo que expide la Generalitat de Catalunya.

Los candidatos a obtener esta habilitación no sólo deben tener conocimientos en arte, historia, tradiciones, museos y monumentos, y en la actualidad política, económica, social y cultural de nuestro país, sino que, según las bases aprobadas por la Resolución EMO / 1263/2012, de 14 de junio, también deben conocer bien la dinámica de grupos y deben ser capaces de gestionar, asesorar y asistir a los grupos turísticos.

Y deben saber escuchar. Porque, a veces, el visitante, con su pregunta, señala valores que nos habían pasado desapercibidos. Lo cierto es que, desde el día que paré la oreja a la guía de un grupo en la plaza de Sant Joan, soy consciente de que los naranjos que adornan las calles de nuestra ciudad son dignos de ser admirados, y que sus naranjas forman parte del patrimonio común.

Isabel Baixeras Delclòs es abogada
Fotografia: ©Ivan Rodon

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