Joan Negrié, de treinta y cuatro años, hace quince que se dedica profesionalmente al teatro, y más de veinte que sube a los escenarios. Lo lleva en la sangre. Lo recuerdo en La maratón de Nueva York, una de las últimas obras en las que ha participado, corriendo sin parar la hora y pico que dura la obra. Corriendo e interpretando. Se nota que está en forma.
Joan, con Oriol, María, Octavi, Paloma, Yolanda y Ramon, son la esencia actual de la Sala Trono. Actores, pero también promotores. «En el año 2011, cuando cumplíamos una década llevando teatro de primera línea a la sala Trono, nos propusimos dar un paso más. ¿Por qué no podíamos llevar otros espectáculos que, por sus características o dimensiones, se quedaban pequeños en la Trono? Decidimos que queríamos presentar nuevas propuestas escénicas en espacios más grandes y abrirlos a la ciudad. Así es como nació el Festival Internacional de Teatro de Tarragona (FITT)«.
Antes, el FITT tomó el Festival de Aviñón de modelo. «Cuando fuimos por primera vez a Aviñón dijimos: esto es lo que queremos para Tarragona«. Además, todo jugaba a favor: dos ciudades hermanadas; dos alcaldes amigos; una historia y un patrimonio con muchos paralelismos; unos espacios culturales similares… Y llegó la primera edición. «En el primer año del FITT –recuerda Joan Negrié– la gente alucinaba con esta propuesta. Les alucinaba, por ejemplo, ver interpretar una obra de noche en el Circo romano de Tarraco«.
La segunda edición del Festival Internacional de Teatro de Tarragona aterriza en la ciudad del 26 al 30 de junio con un cartel de muchos quilates. «El público encontrará, por encima de todo, un aumento en la calidad de los espectáculos, y descubrirá nuevos espacios teatrales, como el Colegio de Arquitectos, las Voltes del Pallol o Casa Canals. La gente encontrará una dinámica más festivalera«, dice Negrié, que destaca que «para conseguir este clima organizaremos algún cena previa en algunas obras e invitaremos a la gente a comentarla con los actores, una vez terminada, tomando algo«. Como una especie de tercer tiempo, en el rugby, pero en este caso entre actores y público. «Queremos que la gente sienta realmente que está en un festival; que se sienta parte de la comunidad y que lo viva«.
El FITT tiene carácter bianual y una estructura básicamente humana. «Es la suma de esfuerzos, de invertir tiempo y dinero, y de contar con la complicidad de las compañías que abaratan los precios conscientes de que el festival puede convertirse en un gran escaparate para ellos«, dice Negrié. Y es que en el contexto de crisis en que nos encontramos, hay que hilar fino.
Buena prueba de ello es el proyecto Verkami de la Sala Trono con el FITT. No se trata tanto de un micromecenaje sino una venta anticipada de entradas. A partir de una cantidad, te aseguras la entrada y que ésta será más reducida. Por lo tanto, vale la pena. Y a la organización los ayuda a tener un control más exhaustivo de la venta de entradas, por si hay reprogramar algún espectáculo o ampliar aforos. El proyecto Verkami ha superado con creces las previsiones iniciales. Primera victoria.
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Texto: Ivan Rodon (@irodon)
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