Greg Gorman, fotógrafo norteamericano de celebridades: "Tarragona tiene talento en bruto"

© Rafael Ló—pez-MonnŽé

Desde jovencito, la bella Sofía Loren fue uno de los fetiches de Greg Gorman, el famoso fotógrafo estadounidense de celebridades. Ya de mayor, a mitad de los años noventa, tuvo la ocasión de fotografiarla en Roma, y la diva, llena de la energía y la sensualidad que transmite en el cine, se peinó y maquilló ella misma para la sesión. El fotógrafo estaba disfrutando con la cámara, y en un receso de trabajo, la actriz se interpretó a sí misma: «¿Sabes, Greg? No tengo sesenta años. Tengo tres veces veinte«.

Muchas cosas en la vida cambian según el modo que tenemos de enfocarlas. Artista en permanente evolución, Greg Gorman (Kansas City, 1949) ha desarrollado un estilo propio para enfrentarse al retrato, uno de los géneros más complicados de la fotografía. El inteligente trato de la luz y la sombra que realiza en sus posados, buena parte de ellos en blanco y negro, han merecido aclamación mundial. Escondiendo o iluminando lo necesario, como hacía sobre el lienzo Caravaggio en el siglo XVI, rostros y cuerpos cobran con Gorman detrás del objetivo una expresividad que ha asentado cátedra. «Las imágenes más interesantes son las que dejan lugar a la imaginación«, explica el fotógrafo.

Colaborador habitual de publicaciones como Vanity Fair, Newsweek o Vogue, Gorman retrató durante un tiempo a las futuras estrellas de Hollywood. Su trabajo de los ochenta y principios de los noventa anticipa la capacidad de persuasión ante la cámara que pronto demostrarían Brad Pitt, Johnny Depp o Leonardo di Caprio. Ahora, con motivo de la exposición «A distinct visión«, que reúne en el Tinglado 1 del Muelle de Costa 220 capturas de estos y otros personajes como Michael Jackson, Bette Davis, David Bowie o Al Pacino, Greg Gorman ha hecho una inmersión en nuestra ciudad buscando localizaciones para un clínico formativo de fotografía.

La experiencia, dice, ha valido la pena. Como aquellos días en que trabajaba con artistas jóvenes, ávidos de triunfo, Greg ha descubierto una Tarragona quizás no tan ambiciosa, pero con muchas armas de seducción. La mayoría, eso sí, disimuladas bajo un velo de modestia, la sombra que él nunca recrearía en sus retratos. «Tarragona tiene talento en bruto. Es un diamante por pulir que ofrece una mezcla auténtica de gente, Historia y modernidad muy recomendable para hacer cine o fotos«, asegura.

El fotógrafo habla convencido. De la mano de Tarragona Turismo y la realizadora Andrea Eidenhammer, que ha comisariado la exposición, en casi una semana de estancia el artista ha quedado cautivado por la abundancia de detalles que hacen de la ciudad un buen lugar para ver y vivir. Antes de proseguir su viaje hacia el Priorat -es un gran amante del vino y el paisaje- y volar a su casa, en California, el artista se comprometió a volver por San Juan. Entonces, durante cinco días, ofrecerá a la ciudad un taller práctico sobre el retrato en el que tomarán parte una docena de fotógrafos internacionales.

Contar con Gorman como maestro de ceremonias -que este año hará también clínicos en la Provenza y Austria– es una buena oportunidad, una más, para dar luz a la luz de Tarragona. La misma claridad de cielos y fulgores vespertinos, pura esencia mediterránea, de la que hacen alarde los artistas locales. ¿Puede convertirse Tarragona un plató señalado a nivel internacional para hacer fotos artísticas? Greg Gorman no tiene dudas, y responde dirigiendo el visor a la ciudad: «Sólo falta que la gente de aquí se lo crea más«.

Texto: Oriol Margalef (@OhMargalef en Twitter)
Fotografías: Rafael López-Monné

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