El pulvinar, la tribuna original del Circo de Tarraco donde se situaban las autoridades para seguir atentamente las carreras de carros, ha quedado integrado, más de dos mil años después, en el interior de un restaurante de la Parte Alta de la ciudad que mantiene el nombre de este sector del circo. Poca gente sabe, sin embargo, entre cucharadas y sorbos de vino, que está comiendo o cenando en un espacio privilegiado de la antigua ciudad romana, y que bajo sus pies se conservan, bien visibles y restaurados, los bloques de mármol de Santa Tecla, de más de un metro de espesor, procedentes de la cantera del Mèdol.
El propietarios del restaurante pizzería Pulvinar, conocedores de la singularidad del local, explican a sus comensales en un mantel de papel que también se ha reconstruido una parte de la escalera semicircular que daba acceso a la tribuna. En el comedor principal se observa el largo muro romano construido en opus quadratum que mantiene parte de la cornisa original. Si reservas mesa en el Pulvinar, pedid que os muestren la vuelta transversal de la estructura del Circo, que se conserva intacta y que se puede visitar a través de las escaleras subterráneas que conectan con el comedor inferior.
De puertas afuera, en la terraza del local –hoy llena a rebosar de turistas italianos– hay otro punto singular: el muro que separa el restaurante del exterior, que formaba parte de la muralla levantada en el siglo XII para tratar de minimizar los efectos de una ciudad asolada por los saqueos y, sobre todo, para tratar de contener las enfermedades. El Pulvinar ofrece un menú diario a 12,50€, la suya es una cocina mediterránea y el local abre todos los días de la semana, de marzo a principios de noviembre. A partir de entonces, sin embargo, el restaurante sólo abre los fines de semana hasta que llega de nuevo el mes de marzo.
El caso del restaurante Pulvinar, sin embargo, no es único en Tarragona, ni mucho menos. De hecho, todo el barrio se levanta encima de las tres terrazas de Tarraco: el Circo, como área de juegos; el Foro Provincial, como espacio administrativo; y el templo, como recinto de culto. La Parte Alta, pues, está llena de edificios que conservan vestigios romanos y de otras épocas.
Bajo el pulvinar y la Baixada de Misericòrdia, en la calle Trinquet Vell, encontramos otro local que derrama patrimonio por las cuatro paredes, el Restaurant Les Voltes. Es, sin duda, una de las joyas arquitectónicas de la Tarragona gastronómica. El establecimiento, emplazado bajo tres vueltas del Circo de Tarraco, abrió sus puertas durante la década de los ochenta del siglo XX y está regentado por la pareja Maria Jové y Francesc Sans y la hija de ambos, Anna Sans Jové.
El restaurante Les Voltes oferta cocina mediterránea de calidad con un menú a 10 € (más IVA) y un precio a la carta que oscila entre los 20 y los 30€. Por norma, el local cierra los domingos por la noche y los lunes, pero si tienen encargos de grupos, abren.
Saliendo de Les Voltes y enfilando de nuevo la Baixada de Misericòrdia y la calle Major, si cogemos por la calle del Abat para llegar a la calle Misser Sitges nos encontramos con el restaurante Els Arcs, recomendado por la Guía Michelín. En este caso se trata de un edificio construido durante la edad media que preserva ocho arcadas góticas en su interior. El inmueble, que fue empleado inicialmente como casa de campo, preserva un encanto especial y su excelente cocina de mercado adaptada a los productos de temporada es muy cuidada y apreciada. Carles Llobet ofrece un menú ejecutivo durante los días laborables a 23 €, mientras que el menú degustación se sitúa alrededor de los 38 €.
Si subimos hasta la plaza de las Cols encontraremos El Gallo Morón, cuyo interior mantiene una parte de la bóveda perimetral del gran Foro. El restaurante conserva los comedores interiores un par de espacios con mucho encanto, que dan un valor añadido a su cocina, también mediterránea. De martes a sábado, El Gallo Morón ofrece un menú diario a 12 €, y los domingos a 13,50 €. Si lo que desea es cenar, el establecimiento ofrece una fórmula por 14€.
Subiendo las escaleras de la Catedral y girando a mano derecha para entrar en la calle Les Coques encontramos otro santuario, el del AQ restaurante, una de las cocinas excelsas de la ciudad llamada a entrar, un día de estos, dentro del universo selecto de los restaurantes con estrellas Michelin, la guía del cual ya lo recomienda. El local, situado dentro del ámbito del recinto de culto del Foro Provincial, conserva en la pared del fondo restos romanos perfectamente conservadas e integradas pertenecientes a la zona de culto del antiguo templo. Antes de entrar, sin embargo, no perdáis detalle de los esgrafiados del siglo XIX que se encuentra junto a la puerta del restaurante. Comer en el AQ es una experiencia para los sentidos, más allá de la que de entrada te regalan los restos arqueológicos. El restaurante ofrece tres tipos de menú: el Menú Gran, a 50 € más IVA; el Menú Petit, a 40 € más IVA; y el Menú Semanal, a 18 € más IVA.
Bajando hacia el Colegio de Arquitectos de Tarragona, en la calle Sant Llorenç 22, se encuentra el restaurante Barhaus que, decorado bajo las influencias de la escuela de arte fundada en Alemania en 1919 por Walter Gropius, preserva en un de sus comedores privados un muro de sillares del Foro Provincial, datado del siglo I dC. En el establecimiento también os recomendamos disfrutar de la terraza, a pie de calle y de la terraza emplazada en el primer piso. El Barhaus, con una excelente cocina y relación calidad-precio, ofrece menús de martes a viernes a un precio de 12€, mientras que por las noches y los fines de semana se pide a la carta, con un precio medio de unos 30 €, aproximadamente.
Texto: Ivan Rodon (@irodon) i Gemma Casalé (@Casalesi)
Fotografías: Pere Toda
