Hay iniciativas que con una edición hay más que suficiente para que arraiguen y se conviertan en todo un éxito. Sobre todo si están relacionadas con el buen comer y beber. Este es el caso del ‘Quina barra!’ (¡Qué barra!), la propuesta gastronómica del Bar Cortijo (Rebolledo, 27), una de las últimas tabernas auténticas que sobreviven en Tarragona. Bajo una fórmula tan antigua, cotidiana y sencilla como la de preparar bocadillos, los cortijeros Santi y Luis arrasan. ¿Qué tiene de especial, entonces? Todo!
Para empezar, el pan. El panadero Jordi Andreu prepara unas barras tan largas como días sin pan, y nunca mejor dicho. Cada una de ellas mide 2,75 metros, superando de largo el techo actual de la NBA, Boban Marjanovic, de sólo 2,25 metros. Son unas barras especiales que requieren una cocción especial y un transporte complicado desde el Forn-Pastisseria Jordi Andreu hasta la taberna de los hermanos Masegosa. Santi, por cierto, lleva días dándole vueltas a la cabeza con hacer de la bajada de las barras un auténtico sacramental. ¡Ojo con la tercera edición…! Pero por si la longitud fuera poco, este año la operación panarra se complicaba un poco más por los deseos expresos de Santi de crear bocadillos de diferentes colores. ¡Toca Perón!
Y como los deseos de los Masegosa acaban convirtiéndose en órdenes, ya tienes al bueno de Jordi Andreu haciendo pruebas y preparando panes de diferentes colores, eso sí, todos ellos naturales. Y de ahí surgió el pan de coca eco con tónica y remolacha; el pan de coca eco con harina de algarroba de Tarragona; y el pan de coca focaccia de Tarragona con aceite de Isidre Solé Gispert y hierbas de Andrés Grego. Con panes así, media trabajo estaba hecho. La otra mitad correspondía a los maestros taberneros.
Para continuar jugando con los colores, Santi preparó cuatro rellenos especiales: lacón con mostaza con cúrcuma, por el bocadillo con tonos amarillentos; tortilla de verduras (alcachofas, guisantes …) y alioli de aguacate, por la barra de colores verdosos; bacalao, tomate, cebolla, ajo y arenque, dentro de una clotxa rojiza; y el paté artesanal con mermelada de higos por el pan de color morado.
Después de transportar las barras, Santi y Luis cortaron horizontalmente los panes y dispusieron sobre las migas el resultado de sus creaciones. La operación comenzaba hacia las siete de la mañana, una hora después levantaban la persiana del Cortijo, y hacia mediodía no quedaba ni rastro de los bocadillos. Sólo las planchas de madera sobre las que se transportaron las barras. Y es que acabado el material, tuvieron que improvisar con cuatro panes de payés que les habían sobrado. Qué barra…
* La acción ‘Quina barra!’ Se celebra una vez al año, generalmente en el mes de febrero, unos días después del Carnaval. Y es que la Cuaresma es tan larga que cualquier excusa es buena para seguir pecando. ¡Penitenciagite!
Texto: Ivan Rodon (@irodon en Twitter)
Fotografías: Pere Toda (@ptodaserra en Instagram)
