Estas navidades las voy a pasar en Tarragona, y aunque no me conocéis, soy de esas personas que dicen carecer de todo espíritu navideño hasta que veo a los niños ilusionados por los regalos que quieren pedir a los Reyes Magos o a Papá Noel, y es en ese momento cuando sufro una metamorfosis que me lleva a amar al prójimo muy de lejos y contar bien las monedas de la cartera para no excederme de un presupuesto escueto.
Me gustaría volver a recuperar la ilusión de la Navidad. Me gustaría pasar la Navidad en Tarragona. Me han dicho que hay una pista de hielo en la plaza Verdaguer (del 25 de noviembre al 8 de enero), donde van las familias con los niños para reírse de ellos cada vez que se dan un culetazo y luego se abrazan para curar sus magulladuras.
Me gustaría ver una recreación de la primera Navidad de la historia, a ver si mi ser se conmueve, puesto que en esta ciudad se realiza con el nombre Anno Domini, con representaciones el sábado 17 y el domingo 18 de diciembre y con un precio de 10 euros. Se representará en el paseo arqueológico de Tarragona, que parece ser un enclave cargado de historia de la ciudad, y aprovecharé para olvidar mi propia historia personal y tomar distancias para abrir mi mente a cómo hubiese sobrevivido yo si me hubiera tocado nacer en el Anno Domini. Quizás mi historia tendría muchos tintes de “La vida de Brian” de los Monty Phynton.
Me gustaría estirarle la nariz al hombre de las narices. Y diréis, ¿cómo? ¿El qué? ¡Sí! Aquí todos los 31 de diciembre sale el Hombre de las narices, un personaje mitológico catalán que tiene tantas narices como días del año, y al ser día 31 ya sólo le queda una nariz y se puede confundir con cualquiera… y eso… me toca las narices.
Me gustaría ver como en el último día del año muchos que van de valientes se lanzan al mar para ponerse la medallita de participantes del último remojo del año y falsean diciendo a familiares y amigos que tampoco es para tanto y que se animen a compartir su osadía y la consiguiente aparición de la temida gripe.
Me gustaría pasar la Navidad en esta ciudad, donde Sus Majestades los Reyes Magos llegan por vía marítima a uno de los puertos más importantes del país. Donde luego se pasean con sus pajes y ayudantes por toda la ciudad, repartiendo caramelos y dulces. Quiero tener una batalla en la cabalgata con todos los abuelos que llevan paraguas, y que lo utilizan para marcar su espacio y abrirlo del revés para aglutinar una cantidad de dulces ingentes para sus nietos y familiares, contagiados del espíritu navideño que las pequeñas sonrisas de sus hogares les han reavivado. Y así, dejándome llevar por todo lo que la ciudad me ofrece, recuperar por fin, la ilusión. Y acabar diciendo que Tarragona, me gusta.
TODA LA PROGRAMACIÓN DE NADAL A TARRAGONA 2016 (PDF)
Text: Sara García León
