Recorrido histórico y etnobotánico por el entorno del Pont del Diable

Pont del diable / ©Ivan Rodon

El Acueducto de les Ferreres, popularmente conocido como Pont del Diable (Puente del Diablo), es uno de los acueductos más monumentales y mejor conservados de la época romana y el más importante de Cataluña. Aunque, todavía hoy , se desconoce la fecha exacta de su construcción, lo más probable es que el acueducto se levantara en el siglo I dC, en la época del emperador Augusto, coincidiendo con el crecimiento de Tarraco por la urbanización de la parte alta de la ciudad, sede del Concilium Provinciae de Hispania Citerior. Su principal utilidad no era otra que abastecer Tarraco de agua procedente del río Francolí.

Si hemos estudiado o leído sobre dicho monumento, o hacemos una búsqueda en la Wikipedia, estas son algunas de las principales características que encontraremos del Pont del Diable y que explican el motivo de su construcción. Pero, ¿por qué se construyó en este lugar? ¿Qué papel jugó la vegetación existente? ¿Qué impacto ambiental supuso la edificación del acueducto? Y ¿cuál ha sido la evolución del ecosistema con el paso de los años?

Arrel es una joven empresa de guías especializados en el mundo de la cultural y la arqueología que da respuestas a estas y a muchas otras preguntas. Desde principios de noviembre, Arrel ha puesto en marcha un nuevo recorrido etnobotánico en el entorno del Pont del Diable en la que explica la vegetación mediterránea y la evolución del paisaje y todos los usos que, desde época romana, se han hecho de los recursos naturales. «A través de los discurso histórico introducimos al visitante diversos aspectos de la vegetación que había en tiempos de » Tarraco «, los diferentes usos que tuvo y la evolución a lo largo de los siglos» , explica Itxaso Euba que junto con Xusa Ortega son el alma de Arrel .

Margalló / ©Ivan Rodon

Con el Itxaso y un pequeño grupo nos adentramos en el Parque ecohistórico del Pont del Diable. El recorrido forma parte de la anilla verde de Tarragona y se encuentra dentro del jardín romántico de estilo inglés que perteneció a los hermanos Puig i Valls. La vegetación dominante del entorno está formada por árboles como el pino carrasco, la encina, el olivo, o plantas como el palmito, la zarzaparrilla o el espino blanco. A pesar de la complejidad de la obra, los romanos tenían todo lo que necesitaban para hacer la magna construcción: madera abundante y variada –algunas mejor consideradas y más nobles que otras– ; agua y una gran cantera de la que saldrían los sillares para construir el puente.

Itxaso identifica las diferentes plantas que vamos encontrando por el camino y nos hace seguir el hilo histórico que las enlazan con la época romana. Por ejemplo, explica que en algunas cerámicas encontradas en yacimientos ibéricos como Fontscaldes o en el Vilar (en Valls), aparece a menudo la imagen decorativa de la hoja de zarzaparrilla. La zona es generosa también en acebuche, la variedad silvestre del olivo que servía a la época para calentar el agua de las termas. «El acebuche era muy utilizado porque tenía la propiedad de ir calentando poco a poco el agua y mantenía el calor«, explica Itxaso.

Subimos al acueducto entre palmitos, acebuches y lentiscos y el traspasamos casi en silencio, en fila india, admirando el paisaje. Desde aquí arriba, el monumento toma otra dimensión y las cosas se ven diferentes. En la bajada, por el extremo opuesto, nos detenemos en un antiguo horno de cal, un material que se empleaba para garantizar la impermeabilidad del acueducto.

Forn de calç / ©Ivan Rodon

La abundante lentisco que encontramos hace pensar que en la zona también debían de haber hornos de resina, un material que se utilizaba para espesar el vino, entre otros usos. Hoy, la savia del lentisco se llama almáciga y se utiliza, sobre todo, para la producción de una goma o látex muy aromático. En la antigüedad también se empleó como goma de mascar y actualmente se usa en aplicaciones de ortodoncia, para la fabricación de barnices, así como en pastelería y para fabricar licores.

Contra lo que se pueda imaginar, en el entorno del Pont del Diable también se cultivaron viñedos, aunque ya en época medieval. Por las características del terreno, las viñas estaban dispuestas en forma de terrazas, aun hoy identificables. Desafortunadamente, en el siglo XVIII, la filoxera acabó con las últimas plantaciones.

Terrasses de vinyes medievals / ©Ivan Rodon
Ciclistes i excursionistes / ©Ivan Rodon

A lo largo del recorrido nos vamos encontrando con gente que va en bicicleta, a caballo o simplemente corriendo. Los fuertes calores del verano van quedando atrás y tanto en primavera como en otoño es un privilegio practicar deporte en un ambiente tan natural.

Hemos dejado atrás nuevas variedades de pinos, como el pino piñonero, que intenta sacar la cabeza ante la masa dominante: el pino carrasco. Primero unos cipreses y luego un almez nos anuncian la proximidad de una casa, hoy en ruinas. El Mas dels Arcs o Mas de l’Ángel, que durante la guerra del Francés hizo las funciones de hospital de campaña, se levantó en un paraje de una gran belleza. A pocos metros se conservan los cuatro muros de la bodega de los hermanos Puig i Valls y el monumento del ángel, que le da nombre.

Mas dels Arcs / ©Ivan Rodon
Celler del Mas dels Arcs / ©Ivan Rodon
Àngel que dîna nom al Mas / ©Ivan Rodon

Han pasado casi dos horas volando. A la vuelta nos detenemos en la cantera donde aún son visibles, como testimonio de un tiempo pasado, grandes bloques de piedra y signos de los trabajos de época romana. El recorrido por la historia se nos ha hecho muy agradable, e incluso en determinados momentos nos hemos podido imaginar los trabajos en el entorno del monumento más de dos mil años atrás. Historia y paisaje. Monumento y vegetación. Piedras y botánica. ¡Qué gran combinación!

Pedrera romana / ©Ivan Rodon

INFORMACIÓN DE SERVICIOS

Punto de encuentro: Parada del autobús EMT de la plaza Imperial Tarraco

Duración: 2 horas

Horario: Contacto con Arrel

Precio: Consultad precio y horarios con Arrel.

Idioma: Catalán y Castellano. Para hacer la visita en otros idiomas, contacte con Arrel.

Nota: La visita requiere reserva previa.

Contacto de Arrel: 657 71 64 71 o arrel@arrel.net

Texto y fotografías: Ivan Rodon (@irodon)

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