Magí Seritjol, gestor cultural, director del Festival Tarraco Viva: “La cultura es tan necesaria como el plato en la mesa”

Magí Seritjol - ©Rafael L—ópez-MonnŽé

Séneca decía que la sabiduría es la única libertad. Magí Seritjol empezó a cultivarla siendo muy pequeño, devorando páginas de historia en la biblioteca. Y lo sigue haciendo ahora, en plena era digital, aprendiendo siempre, asimilando conocimiento, y sobre todo, compartiéndolo. Tarraco Viva, el festival que dirige, funciona como una gran red social al servicio de la divulgación y la reflexión histórica. La cultura, generosamente compartida, multiplica su efecto transformador. «Y se nos hace tan necesaria como tener un plato en la mesa«, dice Seritjol.

Honestidad, habilidad para explicar los hechos sin complejos, sencillez en la puesta de escena, capacidad para generar empatía con el público… Salvando las distancias y los géneros, Tarraco Viva es la huella que dejó John Ford en el cine: una narración limpia, sin artificios, sobre las virtudes y las miserias que nos hacen humanos. Como Centauros del desierto (1956), clásico entre los clásicos, el festival romano es el relato de una búsqueda constante, sin tregua, sin descanso, que a medida que avanza plantea nuevos interrogantes. La historia de una necesidad: saber quiénes somos.

Con más de 2.000 años de Historia –también, de historias–, Tarragona es uno de los mejores lugares para descubrir de qué estamos hechos. El puerto, en activo desde época romana, ha sido un ir y venir de mercancías, ideas y valores que han dejado poso en la ciudad. En el carácter de la gente está la esencia de un Mediterráneo diverso y de todos, cuna de civilizaciones desde hace miles de años. Para Magí Seritjol, miembro de una familia de pescadores del Serrallo, el ‘Mare Nostrum‘ ha sido además una fuente inagotable de alimento y experiencias. El telón de fondo de un Tarraco Viva que se explica, en gran parte, conociendo la pasión que siente la ciudad por las glorias pasadas.

También las virtudes del que fue fundador del festival en 1999 y ha estado al frente de las diecisiete ediciones que se han celebrado. Formado en Historia, Seritjol se dedicó profesionalmente durante buena parte de los ochenta a las artes escénicas como guionista y ayudante de dirección, e incluso fue director en una de las ediciones de la Feria del Teatro de Tàrrega. En los noventa se incorporó como técnico en el Museo de Historia de Tarragona y comenzó a trabajar en contenidos más allá de los expositivos, con el objetivo de conectar con un público más diverso. «La conservación y la investigación científica no tienen sentido si no se hace divulgación adaptada a varios niveles«, afirma.

De la simbiosis entre disciplinas a priori tan alejadas como la investigación histórica, las artes escénicas y la búsqueda de un nuevo estadio de reconocimiento al patrimonio romano de Tarragona nació Tarraco Viva. Inspirado en los grandes festivales de re-enactment, propios de la tradición anglosajona, el festival de Tarragona ha encontrado su propia fórmula. La propuesta incluye no sólo rigurosas reconstrucciones teatralizadas del día a día en Roma, sino también exposiciones, visitas guiadas, coloquios, demostraciones gastronómicas, talleres o cine, actos que movilizan a más de 1.000 personas y sirven de escaparate de Tarragona. Sólo el año pasado motivaron 123.000 espectadores acceder a alguna de las actividades con entrada.

«Con el festival he atado mis dos pasiones: la historia y la gestión cultural. Hemos consolidado una línea, cada edición es un reto nuevo, y personalmente tengo más ilusión ahora que al principio«, afirma Seritjol. Tarraco Viva saca jugo no sólo del impresionante legado romano de la ciudad. Ha tejido una notable red de colaboradores internacionales que posicionan Tarragona como ciudad cultural, y ha sabido sacar rendimiento a la vecindad científico de instituciones como la URV o el Institut Català d’Investigació Clàssica. La consideración y la actividad económica que genera el patrimonio en la ciudad se ha multiplicado. Y también han crecido en experiencia los diversos grupos de reconstrucción histórica de la ciudad nacidos a rebufo del festival, pero que cada vez más llevan la marca Tarragona a otras citas culturales.

Más allá de Tarraco Viva, el objetivo es crear un tipo industria que haga divulgación de la historia en Tarragona, de forma coordinada con la creciente oferta cultural en la ciudad. La finalidad es facilitar actividad que genere a la vez recursos para destinarlos, entre otras, la conservación, la investigación y la divulgación de la Historia. Hacer sostenible un gran círculo virtuoso.

Haciendo una apuesta de calidad, útil a la sociedad, el festival ya ha demostrado que la cultura puede ser un servicio público rentable: por cada euro invertido genera ocho de retorno. Pero lo más importante es siempre el fondo y no la forma, insiste Seritjol. «Hay que saber dónde queremos ir, tener visión. Y poner las ideas y los proyectos a su servicio. Nunca al revés«, concluye.

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